miércoles, 11 de abril de 2012

Tríptico en silencio

Él caminaba, caminaba y solo hacia esto, aunque, todo lo que caminaba y su huir estaba en su cabeza, en su mente. Él soñaba, soñaba y solo soñaba con caminar.


Creador del mundo, su mundo, encadenado a las leyes se su propio Dios que era otra parte de él mismo, luchaba paradójicamente consigo. Para darle vida a su creación, que era a la vez su propio mundo, la idea de esta manera luchaba entre su génesis y su parxis, el mundo individual realizaba solo la dicotomía general, la lucha interna por decidir no exteriorizarse para ser personal.


Deshacer el libro, acabar con su mensaje de airadas palabras, expectantes a una mirada que las llene de vida, colores,  formas, deseos y sueños congelados, frios, tal vez muertos espectrales que intentan sujetarse a las paginas; continua la espera, en oscuridad, en vano lamento deseosas de reír, de vivir.
Y a sí unos ojos curiosos poco brillantes, donde hay mas que deseo, de nuevo quizá obligación, lo toma, tantea, roza, acaricia, ya algo de animo de ellas despierta. Los ojos, la mirada, la luz que enceguece, en alguna medida duele, las palabras mueren y en negro y mortuorio ataúd, dejan de ser sueños y se muestran solo fantasmas que dicen poco.

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