lunes, 26 de marzo de 2012

Querer vivir



Algunos creen en la vida.

Otros no saben que la vida es mas que unos cuantos latidos de corazón, unos impulsos eléctricos y algunas respiraciones, me refiero muchos creen que la vida se limita a estar en un estado de catatonia. Yo creo inútilmente, que la vida como ese estado de estático puesto en el universo no es más que una excusa para no vivir. Vivir, caminar, pensar, soñar… Ese es el estado verdadero de la vida, el verbo. 

Una persona que  no es capaz de percibir su mundo, leerlo y re-leerlo, habitar realmente en él, es un simple ente sin sentido ni disposición para disfrutar de la vida. Esta conclusión solo se obtiene cuando has permanecido mucho tiempo en un estado catatónico; enfrente del televisor, en una cama sin caminar apostando demasiado a creer en lo que los demás creen vivir. Eso es dejarse llevar, sin criterio ni esperanza de autonomía.

Vivir no se resume en una pagina o en un libro, vivir se experimenta en el camino, vivir se siente cuando el viento te golpea, cuando vez tu sangre por fuera de tu cuerpo, cuando el dolor y el cansancio son tan intensos que estas dispuesto a dejarte caer, vivir es un sueño que penetra en ti cuando otro cuerpo te abraza y sientes que el calor y los sentidos son uno solo. De nuevo intento no morir, dejándome llevar por lo que la vida, no los demás, quiere de mi; cierro los ojos y veo, me veo enfrente de un camino que no conozco y me lanzo, de nuevo me lanzo para preguntarme, de nuevo que la vida es vivir para llegar a no morir, aún no.

Punto cero



De nuevo en un punto cero, la magia renace, se pierde, muere...
Cómo buscar ese punto en el centro del universo del que habla Borges?
Tal vez K tendría más sentido para la vida, su intento de defender una existencia que carece de sentido, ¿es inútil?  Nosotros en este momento arrastraríamos el peso de la vida o simplemente nos dejaríamos caer en una insoportable levedad, ahora ni la culpa de Raskólnikov, ni su valor, ni perdón nos pertenece, él tomo su decisión y golpeó el mundo con ella.
El Viejo después del mar vivió su vida, ahora nosotros responderemos por lo que todavía no hacemos.

Imagen poética


Grieta Matinal de Álvaro Mutis


Cala tu miseria,
sondéala, conoce sus más escondidas cavernas.
Aceita los engranajes de tu miseria,
ponla en tu camino, ábrete paso con ella
y en cada puerta golpea
con los blancos cartílagos de tu miseria.
Compárala con la de otras gentes
y mide bien el asombro de sus diferencias,
la singular agudeza de sus bordes.
Ampárate en los suaves ángulos de tu miseria.
Ten presente a cada hora
que su materia es tu materia,
el único puerto del que conoces cada rada,
cada boya, cada señal desde la cálida tierra
donde llegas a reinar como Crusoe
entre la muchedumbre de sombras
que te rozan y con las que tropiezas
sin entender su propósito ni su costumbre.
Cultiva tu miseria,
hazla perdurable,
aliméntate de su savia,
envuélvete en el manto tejido con sus más secretos hilos.
Aprende a reconocerla entre todas,
no permitas que sea familiar a los otros
ni que la prolonguen abusivamente los tuyos.
Que te sea como agua bautismal
brotada de las grandes cloacas municipales,
como los arroyos que nacen en los mataderos.
Que se confunda con tus entrañas, tu miseria;
que contenga desde ahora los capítulos de tu muerte,
los elementos de tu más certero abandono.
Nunca dejes de lado tu miseria,
así descanses a su vera
como junto al blanco cuerpo
del que se ha retirado el deseo.
Ten siempre lista tu miseria,
y no permitas que se evada por distracción o engaño.
Aprende a reconocerla hasta en sus más breves signos:
el encogerse de las finas hojas del carbonero,
el abrirse de las flores con la primera frescura de la tarde,
la soledad de una jaula de circo varada en el lodo
del camino, el hollín en los arrabales,
el vaso de latón que mide la sopa en los cuarteles,
la ropa desordenada de los ciegos,
las campanillas que agotan su llamado
en el solar sembrado de eucaliptos,
el yodo de las navegaciones.
No mezcles tu miseria en los asuntos de cada día.
Aprende a guardarla para las horas de tu solaz
y teje con ella la verdadera,
la sola materia perdurable
de tu episodio sobre la tierra.