viernes, 27 de abril de 2012

Implosión



La pequeña gota rozaba la hoja afilada de la llave, un momento de la vida para acumular peso, sueños. S e descuelga lentamente y se arroja en el vacío, un viaje casi eterno, refleja la luz moribunda del día casi muerto, casi noche, el vértigo asoma antes del inevitable golpe, después de preparase para su viaje eterno que en el caos del mundo no es nada. Estalla en un sin fin de cristales que a la vez explotan en otros cristales y estos a su vez revientan  en otros cristales “como el escritor en las ruinas circulares” y se escucha el grito eterno del olvido.

A lo lejos “dentro de mi”




A lo lejos se escuchó
el ensordecedor suspiro.
A través del espejo
La muerte se reflejaba
En la bañera ella…
Abandonaba la vida.

Arrastrando la vida




Estopor, inmovilidad la mirada fija en el cielo, los ojos perdidos, vacíos, oscuros sin alma. Las rodillas pesan en el piso, la cruz sólo refleja el futuro que se espera, los segundos se arrastran en el viento, las gotas, densas gotas golpean tristemente contra la vida, los ojos pierden el cielo, la cortina se cierra a la mirada de una mañana, el cuerpo, lento, arrastra el aire enmudecido hacia la inevitable caída que aún no arrastra el alma. El puñal abandonó su refugio momentáneo y el manantial que arrastra la vida es liberado; al igual que en el alma, por fin muere.  

Escritura




Transcribo mi vida y después la publico en el aire.


domingo, 22 de abril de 2012

Desearía.


Pearl Jam, Wishlist

Desearía ser yo en algún momento, quisiera saber a veces que piensa el mundo de mi sin estar allí, o tal vez caminar hasta no saber nada del mundo, pensar en algún momento que los deseos nos construyen, pero también nos vuelven pedazos. Desearía ser ese que escribe y que cuenta con imágenes el mundo que lo rodea, lo aplasta y lo libera, desearía ser aquel que conoció el amor y el cuerpo de una mujer por medio de la integración de los sentidos, desearía ser aquel que dio la vida por una palabra o un sentimiento, ese que se esconde detrás de un libro y del silencio, desearía ser ese que vive un presente que nunca recuerda, desearía morir cuando llegue la hora.

Dulce y frío a la vez



Tu mirada
Lugar común a todas
Las nadas y silencios
Del alma, del sueño.

Importa saber que tu mirada
Esta allí
Sin sentirla

Qué terminaría importando
Saber que tu estas
Sin mí, solo eres
Fantasma.

Caminar en la calle
Sobre ojos que me abrazan
Más que tu mirada
Aún más que tu silencio

Luz fría y amargo sabor
De dulce, indiferencia que
Susurra el mundo – mi mundo-
Que aunque quiera
Yo no existo.

Des-aparición



Y vuelve tu luz, tu mirada de continuo adiós, de indiferencia y tal vez…
Y de nuevo la oscuridad, falta de sentimiento de fugaz bienvenida que pronto aprende a ser olvido y silencio.

A-noche


Que noche la de ayer
¿O fue la anterior?
Ya no importa
Estaba oscuro, llovía, todos dormían
Se hacia llamar noche
Tal vez, porque el día sueña
Que duerme, en arrullo del silencio.

miércoles, 11 de abril de 2012

Cuento


Dos o tres segundos tardó en abrir los ojos, un dolor de cabeza insoportable, la luz lastimaba y las imágenes luchaban por terminar de formarse, el cuerpo pesaba y entre el temblor del cuerpo había algo de dolor, tal vez la posición en el sueño. Ahora comenzaba a sentirse una sensación de calor que comenzaba a ahogar el cuerpo.

Los ojos ya completamente despiertos, empezaron a reconocer el lugar, -Una fabrica abandonada, ya casi en el suelo por la edad.

Ah… el dolor de cabeza empeora, imágenes vagas llegan en fragmentos fotográficos. Luces el sonido de la música, una extraordinaria sensación de libertad, además de sentir todo el cuerpo sin peso alguno.

Intenta levantarse, el pantalón esta roído, la camisa rota y manchas de sangre,  ya seca, la primera impresión es ver si hay alguna herida, las manos palpan con desconfianza, para tratar de encontrar alguna herida, sigue el dolor del cuerpo, pero no encuentra ninguna herida. Tal vez es mayor la preocupación, se levanta de golpe y un rayo de luz impertinente golpea sus ojos.

Otra imagen, una noche clara y ella sonríe, cabello castaño, no muy alta, una lágrima en la mejilla, se encuentra muy triste.

Baja la cabeza, camina lento, pensando en cada movimiento para no caer, sale por un espacio que antes era llamado pared, más luz castigando los ojos, imágenes borrosas, de pronto, la nada, la bastedad, el desierto, vacío hasta donde la visión estropeada alcanzaba. Arriba el sol implacable, tal vez por saber algo que aún no puede recordar…

Ella sonríe se ve en sus ojos los efectos de la alegría que viene en un comprimido. Él al volante, la velocidad no deja que las miradas extrañas los recuerden.

Nadie – piensa- abandono, ¿quién demonios tenía una fabrica en la nada? Definitivamente alguien que tenía un mapa; revisa los bolsillos, solo encuentra una tarjeta – Noche azul- comienza a caminar, una sola y maltrecha carretera, el paso es lento, el sol implacable, el cielo azul y arena, arena, arena…

Se esfuerza por recordar las ultimas horas, aunque no tenia la menor idea de cuanto tiempo había pasado desde su ultimo recuerdo.

Las llaves cerrando con seguridad el apartamento en el decimo-tercer piso en la ciudad. Ahora otra aparición, la realidad se confunde con el dolor de cabeza y las imágenes que todavía no descubre si pertenecen a un sueño. El carro estrellado en un moribundo árbol de desierto, las puertas están abiertas, solo hay un bolso de mujer y… sangre. ¿Es de ella?

La estaba besando, bailaban, se miraban a los ojos, la droga incrementaba los sentidos, los más sensibles pelillos del cuerpo estaban erizados, calor, sudor; los labios y los besos en lo profundo y las caricias sin vergüenza alguna danzaban por el cuerpo.

Decidido se abalanzó a abrir el baúl, con una predisposición que aceleró su corazón, la llave entró con facilidad, el capó soltó su seguro y él terminó de levantar la puerta, mas pesada que de costumbre. La primera imagen, oscuridad, y de pronto el sol se entrometió.

Nada, la llanta de repuesto, ¿Qué pretendía encontrar? De pronto en el desierto solo se escucha un suspiro. De nuevo se encuentra en el auto, a una velocidad prudente, el aire refresca y el hambre comienza a carcomer todo en si mismo, el manubrio se opera con la rodilla, se quita la camisa y se queda viendo la mancha de sangre, la arroja en la parte de atrás, de pronto aparece la ciudad, llega sin problemas al parqueo del edificio, apaga el motor y se detiene un momento a pensar o a tomar fuerzas tal vez.

Otra imagen, ella esta histérica, grita, las cosas vuelan, se encuentra desnuda, abre de repente la ventana, llora sin consolación, tiene odio en los ojos.

La habitación se encuentra demasiado iluminada, ella se despierta,  dos o tres segundos tardó en abrir los ojos, un dolor de cabeza insoportable, la luz lastimaba y las imágenes luchaban por terminar de formarse, el cuerpo pesaba y entre el temblor del cuerpo había algo de dolor, tal vez la posición en el sueño…

La calle



La intuición de la mirada recae en caricia sobre la espalda, genera cosquillas, tal vez algo de molestia y un poco de ardor interior. Se sigue caminando, ya mas lento, con toda la curiosidad de querer girar para que las miradas tropiecen o se encuentre la desilusión de hallar solo vacío, nada, ya sea porque no existió o porque ya se ocultó y…
Sigue mirando desde la sombra.  

Tríptico en silencio

Él caminaba, caminaba y solo hacia esto, aunque, todo lo que caminaba y su huir estaba en su cabeza, en su mente. Él soñaba, soñaba y solo soñaba con caminar.


Creador del mundo, su mundo, encadenado a las leyes se su propio Dios que era otra parte de él mismo, luchaba paradójicamente consigo. Para darle vida a su creación, que era a la vez su propio mundo, la idea de esta manera luchaba entre su génesis y su parxis, el mundo individual realizaba solo la dicotomía general, la lucha interna por decidir no exteriorizarse para ser personal.


Deshacer el libro, acabar con su mensaje de airadas palabras, expectantes a una mirada que las llene de vida, colores,  formas, deseos y sueños congelados, frios, tal vez muertos espectrales que intentan sujetarse a las paginas; continua la espera, en oscuridad, en vano lamento deseosas de reír, de vivir.
Y a sí unos ojos curiosos poco brillantes, donde hay mas que deseo, de nuevo quizá obligación, lo toma, tantea, roza, acaricia, ya algo de animo de ellas despierta. Los ojos, la mirada, la luz que enceguece, en alguna medida duele, las palabras mueren y en negro y mortuorio ataúd, dejan de ser sueños y se muestran solo fantasmas que dicen poco.

lunes, 2 de abril de 2012

A m O r


Palabra o Sentimiento

De nuevo pides escuchar la palabra para que ratifique tus sentimientos, ¿pero, esa pequeña palabra puede dar cuenta de lo que puedes sentir? Somos en realidad tan ingenuos de “creer” al escuchar la palabra, que los sentimientos son correspondidos solo por esa enunciación. Qué abarca el sentimiento, decir la palabra 100 o 1000 veces de forma repetida, insistente y absurda. Tal vez mirar a los ojos con claridad y honestidad, pero eso no es suficiente, tienes que decir Te AmO; tienes que prometerlo en un momento, así el futuro lo niegue. Y de nuevo, cada día lo pruebas, te arrodillas, suspiras, besas, abrasas, te arrodillas, lloras, vuelves a besar, te desnudas, te entregas pero nada de eso importa si no lo dices, si no lo nombras, AmOr. Y de nuevo lo construyes en la palabra, en la caricia y el beso, escuchas una canción y la dedicas, la música lo refiere mejor, pero de nuevo reduces todo a una sola palabra que en la canción es una redundancia; pero llegas a lo inefable, el poema, escribes, traduces lo que sientes en palabras y la emoción se pierde entre los versos, y suspiras y ella llora, y aparece el silencio, ahora lo escucho en silencio y la palabra AmOr, oculta pero ahora sustancial silencio…

Tormenta - Enrique Santos Discépolo


Tormenta - Enrique Santos Discépolo

La música te escucha, ¿Dios te escucha? tu escuchas la música, ¿escuchas tu a Dios? a tu dios, nada queda en una noche de tormenta interior, niegas lo cercano y lo lejano no existe. La existencia y su sentido sigue siendo una lucha individual, la vida parece un carrusel que corre frenéticamente de forma circular, camino que pertenece a lo indefinido y en este momento solo queda el grito, la música y el sucumbir.