La intuición de la mirada recae en caricia sobre la espalda, genera cosquillas, tal vez algo de molestia y un poco de ardor interior. Se sigue caminando, ya mas lento, con toda la curiosidad de querer girar para que las miradas tropiecen o se encuentre la desilusión de hallar solo vacío, nada, ya sea porque no existió o porque ya se ocultó y…
Sigue mirando desde la sombra.
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