miércoles, 11 de abril de 2012

Cuento


Dos o tres segundos tardó en abrir los ojos, un dolor de cabeza insoportable, la luz lastimaba y las imágenes luchaban por terminar de formarse, el cuerpo pesaba y entre el temblor del cuerpo había algo de dolor, tal vez la posición en el sueño. Ahora comenzaba a sentirse una sensación de calor que comenzaba a ahogar el cuerpo.

Los ojos ya completamente despiertos, empezaron a reconocer el lugar, -Una fabrica abandonada, ya casi en el suelo por la edad.

Ah… el dolor de cabeza empeora, imágenes vagas llegan en fragmentos fotográficos. Luces el sonido de la música, una extraordinaria sensación de libertad, además de sentir todo el cuerpo sin peso alguno.

Intenta levantarse, el pantalón esta roído, la camisa rota y manchas de sangre,  ya seca, la primera impresión es ver si hay alguna herida, las manos palpan con desconfianza, para tratar de encontrar alguna herida, sigue el dolor del cuerpo, pero no encuentra ninguna herida. Tal vez es mayor la preocupación, se levanta de golpe y un rayo de luz impertinente golpea sus ojos.

Otra imagen, una noche clara y ella sonríe, cabello castaño, no muy alta, una lágrima en la mejilla, se encuentra muy triste.

Baja la cabeza, camina lento, pensando en cada movimiento para no caer, sale por un espacio que antes era llamado pared, más luz castigando los ojos, imágenes borrosas, de pronto, la nada, la bastedad, el desierto, vacío hasta donde la visión estropeada alcanzaba. Arriba el sol implacable, tal vez por saber algo que aún no puede recordar…

Ella sonríe se ve en sus ojos los efectos de la alegría que viene en un comprimido. Él al volante, la velocidad no deja que las miradas extrañas los recuerden.

Nadie – piensa- abandono, ¿quién demonios tenía una fabrica en la nada? Definitivamente alguien que tenía un mapa; revisa los bolsillos, solo encuentra una tarjeta – Noche azul- comienza a caminar, una sola y maltrecha carretera, el paso es lento, el sol implacable, el cielo azul y arena, arena, arena…

Se esfuerza por recordar las ultimas horas, aunque no tenia la menor idea de cuanto tiempo había pasado desde su ultimo recuerdo.

Las llaves cerrando con seguridad el apartamento en el decimo-tercer piso en la ciudad. Ahora otra aparición, la realidad se confunde con el dolor de cabeza y las imágenes que todavía no descubre si pertenecen a un sueño. El carro estrellado en un moribundo árbol de desierto, las puertas están abiertas, solo hay un bolso de mujer y… sangre. ¿Es de ella?

La estaba besando, bailaban, se miraban a los ojos, la droga incrementaba los sentidos, los más sensibles pelillos del cuerpo estaban erizados, calor, sudor; los labios y los besos en lo profundo y las caricias sin vergüenza alguna danzaban por el cuerpo.

Decidido se abalanzó a abrir el baúl, con una predisposición que aceleró su corazón, la llave entró con facilidad, el capó soltó su seguro y él terminó de levantar la puerta, mas pesada que de costumbre. La primera imagen, oscuridad, y de pronto el sol se entrometió.

Nada, la llanta de repuesto, ¿Qué pretendía encontrar? De pronto en el desierto solo se escucha un suspiro. De nuevo se encuentra en el auto, a una velocidad prudente, el aire refresca y el hambre comienza a carcomer todo en si mismo, el manubrio se opera con la rodilla, se quita la camisa y se queda viendo la mancha de sangre, la arroja en la parte de atrás, de pronto aparece la ciudad, llega sin problemas al parqueo del edificio, apaga el motor y se detiene un momento a pensar o a tomar fuerzas tal vez.

Otra imagen, ella esta histérica, grita, las cosas vuelan, se encuentra desnuda, abre de repente la ventana, llora sin consolación, tiene odio en los ojos.

La habitación se encuentra demasiado iluminada, ella se despierta,  dos o tres segundos tardó en abrir los ojos, un dolor de cabeza insoportable, la luz lastimaba y las imágenes luchaban por terminar de formarse, el cuerpo pesaba y entre el temblor del cuerpo había algo de dolor, tal vez la posición en el sueño…

No hay comentarios:

Publicar un comentario