sábado, 14 de diciembre de 2013

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En fechas como estas, es innegable pensar en que las emociones y los recuerdos son una madeja compleja y definitivamente muy enredada. En algún lugar leí que los recuerdos no son acumulables, sino que nuestra memoria es un inmenso cuarto de estantes que guarda fragmentos de muchas cosas, un color de ojos en especifico, un árbol con ciertas características, una nube con cierta forma; de ese modo cuando una persona, una situación o un olor, ya que es el sentido más cercano a la memoria, nos rememora algo, la memoria toma cosas de cada estante y como el más grande y eficaz juego de piezas de armar construye un recuerdo. En instantes aparece la imagen y con ella, las sensaciones, los colores, los sabores e incluso los sentimientos, lo que antes creíamos perdido vuelve a nacer, de ese modo un recuerdo no es una cosa empolvada y vieja que se encuentra escondida o perdida, cada vez que traemos a la memoria un estado, cosa o momento es algo que acaba de crecer dentro de nosotros algo que vive de nuevo.


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