En fechas como estas, es innegable pensar en que las emociones y los
recuerdos son una madeja compleja y definitivamente muy enredada. En algún
lugar leí que los recuerdos no son acumulables, sino que nuestra memoria es un
inmenso cuarto de estantes que guarda fragmentos de muchas cosas, un color de
ojos en especifico, un árbol con ciertas características, una nube con cierta
forma; de ese modo cuando una persona, una situación o un olor, ya que es el
sentido más cercano a la memoria, nos rememora algo, la memoria toma cosas de
cada estante y como el más grande y eficaz juego de piezas de armar construye
un recuerdo. En instantes aparece la imagen y con ella, las sensaciones, los
colores, los sabores e incluso los sentimientos, lo que antes creíamos perdido
vuelve a nacer, de ese modo un recuerdo no es una cosa empolvada y vieja que se
encuentra escondida o perdida, cada vez que traemos a la memoria un estado,
cosa o momento es algo que acaba de crecer dentro de nosotros algo que vive de
nuevo.
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