Ella se encuentra sentada, ella
es como todas las mujeres, es única. Camina por el pasillo como ella solía
hacerlo, no gira, sabe que la observo pero no lo confirma, es un juego, tal vez
es seguridad de saberse protegida, adorada, amada...
Ella un día volteará y con la
misma seguridad y una lagrima se dará cuenta que ya nadie la observa, entonces
se ocultará, temerá la soledad y sin embargo seguirá caminado como solo ella lo
sabe hacer, atravesando la luz y la sombra y ocultándose en el tiempo como un
juego.
Ella sonríe, cruza la pierna y
mira la fotografía, piensa que es un momento demasiado lejano, no recuerda bien
el día, tal vez es un sueño y nunca sucedió. Se inclina para ver mejor la
imagen, toma las gafas que estaban en la mesa desde su llegada, se acerca a la
vieja fotografía y sonríe, si la recuerda, a la que se ve en la imagen una
joven sonriente que juega con una sombrilla en una tarde de lluvia, una joven
que tampoco mira hacia atrás, ella sabe que él está allí y que la capturará, a ella,
al momento, esa tarde, la lluvia, toda una vida en una imagen.
Ella sonríe de nuevo, ya no tiene
ganas de correr. Lo mira y sonríe, como es posible que conserve un recuerdo tan
inocuo, no entiende como una imagen ha sido su fuerza, su pasión. Él ama un
recuerdo. Ella toma un trago del café sin azúcar, vuelve a sonreír y se da
cuenta que nunca pudo alejarse como quería siempre intentó estar lejos y en este
instante se da cuenta que no lo logró. El viento hace un gesto de lluvia, ella
quiere despedirse, él continúa en silencio observando el revoloteo de las hojas
que siguen muriendo con el viento. Su recuerdo es más fuerte que la imagen real
que ya no reconoce, su sonrisa es hermosa igual que sus ojos, pero no son los
mismos, los que amó, están en el pasado, atrapados en fotografías que comienzan
a perderse en el polvo y las sombras.
Ella voltea su rostro, una risa
de niño llama su atención. Es tan linda, piensa él. Comienza una conversación
de viejos amigos, algunos recuerdos, amigos en común, algunos silencios
incomodos que pretenden guardar momentos y personas, ella vuelve a sonreír, es
tal linda… aunque ya no sea la misma, no por el tiempo, sino por un vacío en
sus ojos. Alguien tiene que ver el reloj; ella recuerda, se queda en silencio,
le entrega la fotografía y se levanta de la mesa, él también lo hace y le
entrega un libro, nada como un libro para comprometer a otra persona.
Fue algo que sucedió en otra
vida, un sueño tal vez. Esta vez ella no sonríe, sabe lo que está escrito, su
corazón se acelera, voltea su cara, tropieza con la mesa. Ella y él se despiden,
los rostros se acercan, el olor trae el pasado una vida en un instante, un
beso, ella se aleja.
Él espera, se encuentra clavado
en el pavimento no puede dejar de verla, caminar, alejarse, danzar junto con el
viento, la lluvia se avecina, gotas gruesas, pesadas como la vida, no deja de
verla, ella se confunde entre la gente, en la lejanía. Ella no gira, sabe que
la observo…